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Mostrando entradas de agosto, 2022

Estaré yo

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Descubriré las historias que me faltan por contar y las contaré; visitaré los bosques, y dormiré bajo sus árboles como un aventurero, y encontraré dos brazos que me animen el alma y me acompañen; miraré mejor el cielo, y seré mejor astrónomo, con prismáticos, y llamaré a las estrellas con nombres propios, escritos en tinta; me iré a dormir pensando en el ensayo que me ronda la cabeza, y heredaré uno o dos principios para algún ser ávido y rebelde; a veces descubriré que mis mañanas ya no piensan lo que quieren, me pondré los zapatos y cosecharé mi día de café, dibujo e inquietud, todo sin que me dé cuenta que lo cotidiano llegó libremente; me dejaré seducir de oscura curiosidad, por saber lo que no es valioso ya saber; le daré un soporte al árbol de metal, y esperaré su fruto en mi escritorio; editaré algo que quedará olvidado en una también olvidada biblioteca, y algo que será papilla gastada por pasar de mano en mano; seguiré también llegando temprano para no preocupar a nadie, y a v

La verdad

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Esto es, a grandes rasgos y de la mejor manera la verdad: Responsabilidad Autoridad Poder Es un león ¡Carajo! Un león de hombre, entre los hombres, Un hombre hecho de luz y de león. El Emperador. No lo digas bajo: ¡El Emperador viene entrando! ¡Viene entrando! ¡Todo en su lugar! La Respuesta El Rayo El Autor Es mi signo el Sol que implacable se manifiesta y en lo alto de todo, todo lo contempla. Mi signo en el cielo, sobre el mundo que yo, Emperador, con mi presencia inundo. Mi Águila Mi Dominio Mi Fuerza Mi rumbo Es mi cielo Es mi tierra. Es mi oro. Es mi escudo. Es mi fruto. Mis caballos y mis toros. Es mi estrella. Es mi alma quien gobierna. Junto a mí, mi Reina, Ella, la perla sagrada de mi tesoro: Desarrollo y Armonía. Lo que yo edifico permanece. Lo que yo maldigo nunca crece. Lo que yo defiendo se mantiene. Lo que yo bendigo, bien florece. Lo que yo protejo lo hago levantándome del trono: Conquistando. Lucho, venzo, y tomo. Díganlo alto: ¡El Emperador viene entrando! ¡Viene entr

Pez espada

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  Me retas a conquistar el mar dulce y terrible pez espada. Aunque tiembla en el temor de amar tu pequeño pecho de hada, y prefieres retozar …pues nada. Tus aletas de plata marina, letal y ardiente pez sable, tienen esa sustancia divina que en mis redes es deseable …¿quieres que te hable? ¿Acaso presientes algo en mis naves, bello, hermoso pez alfanje? ¿Acaso posea mis dedos la clave que libere las aguas de tu carne y vueles convertida en ave? …¿quién sabe? Sin el viento del sentimiento aventurate en mis costas, pez filoso. Tu carne es rica y de sabor intenso y si quieres ser mi alimento …yo gustoso Redescubre la perla de tu pasión mi pequeño pez estoque, tu marino y azul corazón que todo lo pone a consideración solo nos hace una petición: …que te toque. Es tu marea de luna llena, femenino pez espadachín. Disfruta las redes y el arpón sin pena, mis manos hechas de sol y arena y goza del océano sin fin …de mí. Carlos García Torín ¿Quieres leer más? Capricornio Amaltea A través del mar A

Wotan y Soraida

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  Hace muchos, muchísimos siglos atrás, Wotan se encontraba en su palacio Valaskjálf sentado en su trono plateado. Concentrado sobre los nueve mundos intentaba descifrar quienes serían los muertos en batalla que le traerían las valquirias próximamente. Batallas había en todas partes habitualmente. En esta ocasión, se sucedía en tierra de los enanos. Le entró la nostalgia. Él poseía toda la sabiduría y conocimiento de las cosas abiertamente, menos del futuro. El porvenir se le mostraba en destellos proféticos confusos y abstractos. Esto, aunque por un lado era su angustia, por otro era también la protección contra ella, pues con el tiempo, según lo que señalaban sus propias anticipaciones, la mayoría olvidaría que él había sido dios de la poesía, y no solamente de la magia, la guerra, o la sabiduría. Si se hubiera encontrado directamente con esa realidad, haber caído en el olvido como poeta, se sentiría devastado aunque fuese un dios. Así que, al menos en esa época, en todo Midgard

Capricornio Amaltea

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    Se llegan a ti traidoramente, amiga, por la espalda esperando tomar desprevenida tu cola de sirena, y contigo luchan, hieren, pierden, huyen, callan, y no sobreviven a tu mirada oscura de madera… No te conocen. Te encuentran pero no te hayan, y como no son de lo alto, tampoco te esperan. ͼ Quien ve las peñas de la isla salpicadas de sangre y en la montaña huesos rotos en las esquinas, cree que eres animal salvaje, lleno de hambre y dibujan que tu alma es firmemente mezquina. ͼ Yo sé que solo quieres beber del cielo al tocar la cima. Y tu tesoro, lejos de las moscas, cuidar, lejos del enjambre. ͼ Y aquí vine, del camino recogí las flores que vi. Yo las he plantado subiendo por el sendero que usas para que, si alguien necio te acusa, al menos tú jamás cedas a pensar el mismo mal de ti. Defensiva tal vez estás, espero que no temas de mi luz. Si he de morir que sea aquí, frente a ti, en el filo esmeralda de tus dientes de pantera y bajo l

A través del mar

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Todo lo que hoy sé no me hizo falta saberlo antes. Te amaba. Me amabas. Eso era todo. Mi colibrí de acero carbónico solo eso, nada más, necesitó. Hoy sin embargo sé: tu no me amas. Yo por allá te amo. Al acero lo desconcierta todo ver el río del querer secarse y aun así alguien que navega. Yo. El mar se traga todo ese árbol secreto de mandarinas. Todo. Las escapadas nocturnas hacia el pasado, el reproche innecesario y la mentira y mientras me abriga la noche recuerdo que en la oscuridad la luz lunar es luz de sol. Ya no te quiero. Esta avecilla de color no se previno del abandono y la fría corrosión, de las maldiciones, o el desprecio, o el olvido. Solo te amó. Por qué. Todavía no sé nos ahogó la sequía del dolor y la falta de oportunidades se extendió. Qué ardiente sol venenoso secó la alegría de los dos. No me quieres y penetro desde el río seco al abismo marino del silencio. Un pez vela me acompaña cadencioso, a estribor, herido en un arpón del desamor. Atrás, rosa de azahar, creo q

La Muerte de Pilar

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Érase un día de julio, frío y melancólico. La mirada de los pájaros temblorosos por el invierno resistía despierta desde los árboles raquíticos y las azoteas de los edificios de Atacama, Chile, mientras el sol lejano saludaba el polvo aburrido del desierto. Una tórtola le susurró a un picaflor de la puna: — ¡Mira! ¡Allá va La Muerte! Entrando en ese hospital ¡Ay! ¡Lúgubre Señora! ¡Mejor nos vamos, que soy muy bonito y no quiero ser hoy ave de mal agüero! La Muerte… La Pelona… La Dama Negra… La Segadora… ¡Venía a buscar a Pilar! Se detuvo en medio del pasillo frente al cubil de la enfermera que hacía de recepcionista, y con la cortesía y buena educación que le dejaron los siglos, le preguntó sobre el quirófano y una paciente de vesícula que operarían hoy. La enfermera, una mujer pecosa y con expresión de india estreñida, como la mayoría de los empleados públicos, se pintaba las uñas con despreocupación y se sacaba los mocos con maestría mientras revisaba con el pulgar libre las redes so

El Cuaderno

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Las dos niñas jugaban con los tallos de papiro y las huellas de la lluvia mientras comían fresas, en el patio del jardín, y a la hora en la que el sol le brindaba un último estallido luminoso al día que ya terminaba. Allí, bajo el beso sano y el anhelo febril de la luna se divertían, cuando su padre, el Archimago, llegaba nuevamente como todas las tardes desde la Academia. Esta vez, sin embargo, no hubo llamado ni abrazo de parte de él, que se limitó simplemente a detenerse un instante, observarlas, sonreír, y agradecido internamente por la presencia de ellas en su vida se sumergió en la casa en silencio, con su cuaderno de notas sostenido firmemente en el pecho. — Papá eztá tizte… — dijo la más pequeña de las dos, Aleg. — Eso parece… — secundó la mayor, Alej, mientras un sapito se liberaba de sus manos y buscaba refugio debajo de una piedra en los matorrales. Las niñas se quedaron analizando aquello. Era un fenómeno raro de la tarde la mirada ausente del Archimago. — A lo mejor tiene

Azul

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Deseé, linda, el azul del cielo guardar como un don para ti, lo juro. Difícil. Me enfoqué bastante en ello con un tierno y plácido conjuro. Aproveché para crear con palabras mientras dormían tus ojitos de hada. Iba a sorprenderte cuando los abras con un mil cajitas emplumadas. La noche se hizo mágicamente. Cada cajita alzó sus dulces alas y de mis manos salieron volando lejos. Cuando busques en el cielo azulmente, si no lo ves, afina tu mirada clara que de ello vestí a los azulejos. Carlos García Torín ¿Quieres leer más?  Voluntario Alessusan En el aire

Voluntario

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Dijo: ¿un voluntario? Dije: yo. Solo quise estar vivo para amarte. Dijo: saca el agua. No te guardes. No te guardes. No te guardes. No te guardes, ni te repitas en el viaje. Del rio no regreses hasta que no seas el mar, hasta que no seas pájaro, ni rocío en el sendero, y te hayas vuelto un trago en un vaso de cristal, y seas ardiente beso, y fría ampolla por el fuego. Hasta que no seas hombre, mujer, y hayas sido rata, gusano, vaca, perro, no vuelvas hasta que decidas llover para ser coliflor y auyama en un cerro. Intenta estar presente hasta en la escoria, y en el aliento de una voz en canto, en el blanco y el rojo de las magnolias, y en el verde florido de un palo santo. Dijo: saca el agua. No te guardes. No te guardes. No te guardes. No te guardes, ni te repitas en el viaje. Hasta que no seas abeja, obrera, reina, y miel, hasta que no seas inundación de espanto, y seas espalda, y tinta del tatuaje en la piel, y te dejes secar en el fondo de un cántaro, no regreses hasta que no te co