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Mostrando las entradas etiquetadas como Terence

El sello de cera

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En la ciudad de Terence, más específicamente en los jardines de la Academia donde los magos acuden a veces a meditar, sucedió una vez cerca de la fuente tranquila, que un mago joven, llamado Iwa, tuvo un destello de compresión arcana sobre un viejísimo y secreto ritual. Nadie se dio cuenta del evento hasta minutos después, cuando lo vieron caminar ansioso e inquieto a través de la orilla del lago. Aun así, pocos hubieran sospechado que la razón de que él se sostuviera las sienes, nervioso, era por haber dado causalmente con un gran descubrimiento. En el claustro, que oportunamente siempre tenía la cara sur orientada a los jardines, los magos que cotidianamente saboreaban el té con durazno en el disfrute de la tarde, notaron que Iwa estallaba en una mal disimulada alegría, para luego dar una carrera solitaria a través del pasillo hacia la biblioteca. Al rato regresó, cargado con elegante papel nuevo, tintas especiales, velas plateadas, y otra variedad de enseres menores. Se sentó cerc...

Abejas de fuego

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Por Carlos García Torín                En la ciudad de Terence, el reino más importante de Arthe, sucedió hace tiempo, — tanto que la ciudad todavía no tenía nombre que alguien recuerde y la Fuente de La Sirena estaba reciente en su lugar frente a la entrada del nuevo palacio — que el joven príncipe de la ciudad llegó a mediodía en su caballo, probablemente de una partida de caza en la que no hubo éxito. Tomó de la alforja del caballo una polvorienta copa de plata y se acercó a beber de la fuente. Cuando metió sin prisa la mano en la fuente, al mismo tiempo vio una pequeña nebulosa, diminuta y dinámica abeja bajo el agua, que sin darle tiempo a reaccionar se posó en su mano sumergida y le picó, estallando luego en una llama acelerada y fugaz bajo el agua misma, extinguiéndose. Al príncipe aquello le pareció extraño y doloroso, pero como no sabía explicarlo, de momento lo dejó así. Así lo cuenta la joven maga que desde el otro lado de la fuent...

Alesussan

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  Por Carlos García Torín El Archimago tiene dos hijas: Alej y Aleg. En casa del Archimago las niñas reciben su educación, la mejor que un padre puede brindar, pero aun así van a la escuela para leer y escribir, sumar y restar, como todos los niños de la ciudad de Terence. Por las mañanas, la mayor de las dos, Alej, se prepara para ir y a la vez acompañar a su hermana menor. Es la más responsable, y sin embargo la más traviesa, la que de vez en cuando prepara las aventuras en las que se meten ambas hermanas. Ese día en la mañana el Archimago se despidió de las dos con un beso, confiado que estaría bien ir a la escuela por sí mismas. Nada de eso fue ningún problema, porque Alej, como hija mayor preparó todo correctamente. Aleg también estaba satisfecha del desayuno y siempre parecía emocionada. Solo tenían que atravesar el mercado, dos calles hacia el norte y luego el Puente de la Encina, desde donde su padre en la parte alta de la torre principal de la Academia, sin que ellas lo su...