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Mostrando entradas de septiembre, 2022

No calificado

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  Yo no califico. Me fascina el lunar al lado de tu ombligo, en tus manos repica mi aliento y mis pálpitos, y no puedo con la hidra del conmigo. No se beber la savia oscura de las horas ni saltar el tiempo muerto de rendido. Dibujo la línea de tu contorno olvidado, busco en tu enredo el crédito perdido que adquiere mis retazos fragmentados, y no consigo mostrarte lo que miro. No califico todavía. Soy de los que insisten siempre en algo, lanzo mis flechas al suelo, una a otra, hasta que queda hecha la profecía. Aunque nadie entiende lo que hago. Soy de los que no huyen de su sombra sino que la aceptan como compañera y le permito decir sus necedades. No consigo llegar a tiempo con tu nombre, ni darle descanso a tus ansiedades. Yo no califico. Pido ganar una guerra que tal vez no es mía. No es la edad, ni la madurez, ni la distancia, ni las diferencias, ambos vulgares y corrientes, no es fruto del trabajo, apariencias, ni la llave de la casa, ni las redenciones de tristeza y soledades, ni

Página en blanco

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— Ninguna pluma, ni siquiera la de un ángel, puede describir la verdad que sólo puede conocerse en la tarea de descender paciente y valientemente hasta el santuario de tu propio corazón. — Dijo el mago, sentado tranquilamente conversando con su sombra, con la ventana de la biblioteca mirando al mar, a la montaña del capricornio. — ¿Le amas? — preguntó el zorro familiar, la sombra amigo, que reposaba sobre un estante. — Si... — Tu recompensa es la nada.— y como si la sombra misma no soportara el peso de sus propias palabras, se enrolló sobre si, y se durmió. El mago miró la página en blanco delante de él. Ciertamente, era un espacio vacío e incómodo. La limpidéz de aquel papel era ilusoria puesto que a sus ojos de mago no se ocultaba el hecho de ser una oquedad profunda y cruel, el retrato de la desconexión del alma, un agujero negro que se traga toda la luz. Era la vacuidad enmarcada en cuatro esquinas, era el silencio, era el rechazo, era la indiferencia, era el otro lado. El lugar do

Jardín secreto

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Tal vez suceda que me vuelva otro, no lo sé, y al buscarte no me encuentre. No me encuentre. Puede ser que al haberte perdido gota a gota el tiempo me revele de repente quien creo que soy yo o quien seré. Tal vez suceda que me vuelva otro, diferente, ingenuo, triste y loco creeré haber enterrado la llave para siempre de mi amor que una vez beso tu amor. Puede ser que él así crea y al calor de una simple y débil caricia se destroce este pesado candado que utilizo hecho con… No sé… Acero de dolor, acero del dolor y el compromiso. Después de todas las palabras ese amigo, si sucede que soy otro, pienso yo, conquiste al fin el silencio perdido, silencio serio, mortal, liberador, recupere mi piel y mis ojos de este viaje y provea a mi alma otro equipaje de luces, música y color, y querrá matar al petirrojo que te lleve al jardín, al de los dos, y esconder las escaleras de tus ojos y así no trepes los muros de mi amor. Tal vez suceda que me vuelva otro, no lo sé y aquel no tiemble al sostener

Una nube para Susej

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Veloz en un instante de emoción robe del cielo en un descuido un poquito de celeste algodón para hacerte un nuevo amigo. Lo moldee como arcilla blanca y lo coci en el mediodía. Comprueba si te hace falta que esta cálido todavía. Aunque mi amor para ser de ti, ya es de ti y nada más necesito, te obsequio para verte feliz: una nube que parece un conejito. Carlos Garcia Torin ¿Quieres leer más? Pez espada Capricornio Amaltea Voluntario

Guerrera

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Besa el estandarte de tu gozo, guerrera, lucha con ansia por la patria de la gloria. Muerde despacio la firme bandera que te dará el licor de la victoria Arrebata con tu lengua la libertad frente al dulce enemigo que te esclava. De los dos es plácida la oportunidad aunque mi espada te apunte a la cara. Aprovecha la ventaja que gustoso te permito. Mi estrategia es luchar sin mover mis naves contra el filo de tus dientes exquisitos, tu lengua danzarina y labios suaves. ¿Te parece esta batalla una paradoja? de rodillas me vences entregada en lo intenso. Aunque parece que gano, dejo que tú escojas, soy yo quien se rinde en tu cálido silencio. Lame donde ninguna herida nadie me hizo, Libertadora, devora mis tierras conquistando hasta que mi capital se abra Triunfa en la nieve viviente del paraíso. Sorpréndete. Tu puedes, tu boca aplicando derrotarme sin decir una palabra. Carlos Garcia Torín ¿Quieres leer más? Quiero quieres Estaré yo La verdad

Quiero quieres

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Te quiero desnuda y recostada. Recostada. Estas hecha de las sustancias sensuales de la tierra y quiero tomarte. De tus caderas quiero las mías impregnadas y separar pedazos donde mis manos se encierran, y quiero devorarte. Desnuda puedo lamerte entera, preparada en cada rincón por mi lengua para la guerra, y quiero conquistarte. Intenso entrar en cada vereda reservada, ningún espacio estrecho a mis ganas se cierra, y quiero saborearte. Recorrerte. Correrte, y encontrarte, en tu cáliz húmedo y personal derramarme si me quieres engullir. Tus entrañas con señales incendiarte de flamas blancas, gota a gota desarmarme si me quieres adquirir. Y si te pierdes y quieres volver, en tu vientre cada trozo de carne que desees arrancarme si te quieres venir. Carlos García Torín ¿Quieres leer más? Estaré yo La verdad Pez espada

La iniciación de Dakarai

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 — Los Ogros son una raza salvaje de Arthe. Existen más allá de tierras como esta en forma de pequeñas tribus bárbaras. Algunos son un poco más listos que los que acabas de ver. Pero son tan competitivos entre ellos mismos que les falta visión para ser una sociedad— dicho esto el oficial se dio la vuelta y se fue a sentar esperando un informe personal de la curiosidad que había levantado a todos. Dakarai se dio cuenta que los demás lo observaban con interés. Sabían que él había luchado anteriormente con ogros y querían saber más. — pues… no hay mucho que decir. Son salvajes— dijo advirtiendo que aquellas miradas le interrogaban—se aventuran a empresas tan alocadas como esa porque atesoran partes de su cacería como trofeo. Al parecer así se mide la grandeza social entre ellos. Al menos entre los machos. Por eso generalmente viven en zonas peligrosas porque se precian estar envueltos entre creaturas más hostiles a ellos mismos. — ¿cómo cuáles?— preguntó Ramien. —Pues… en una ocasión me t

De la tormenta

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Cuando aquella chica llegó sola en la tormenta, fueron muchos los que se preguntaron después, por qué el viento no la trajo muerta. Había sido una terrible tormenta de las que el desierto provoca para limpiar de sus dunas a los más débiles. Los nómadas suelen ser personas reacias a recibir a otros que nos sean de los suyos, pero aquella chica apareció después de una terrible noche, cuando rebuscaban entre el desastre cualquier cosa que se hubiera perdido en el viento. Uno de ellos, Kimio, un joven de tez oscura, alejándose un poco de la caravana, encontró a la muchacha desmayada en la arena, con el rostro pálido y desnutrido, pero aún con vida. No pudieron dejarla allí. La chica durmió durante todo el día y la noche completa. En la mañana, ya después de haberla hidratado en lo posible con ayuda de las ancianas despertó, pero al encontrarse confundida entró en pánico y trató de huir, solo para caer de cara contra la arena nuevamente inconsciente. Los jefes de la caravana le visitaron en