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Mostrando las entradas etiquetadas como Arthe

La iniciación de Dakarai

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Claro, aquí tienes el cuento corregido, con una descripción de los cambios realizados al final: —Los ogros son una raza salvaje de Arthe. Existen más allá de tierras como esta, en forma de pequeñas tribus bárbaras. Algunos son un poco más listos que los que acabas de ver. Pero son tan competitivos entre ellos mismos que les falta visión para ser una sociedad —dicho esto, el oficial se dio la vuelta y se fue a sentar, esperando un informe personal sobre la curiosidad que había levantado en todos. Dakarai se dio cuenta de que los demás lo observaban con interés. Sabían que él había luchado anteriormente con ogros y querían saber más. —Pues… no hay mucho que decir. Son salvajes —dijo, advirtiendo que aquellas miradas le interrogaban—. Se aventuran a empresas tan alocadas como esa porque atesoran partes de su cacería como trofeo. Al parecer, así se mide la grandeza social entre ellos. Al menos entre los machos. Por eso, generalmente viven en zonas peligrosas, porque se precian de estar env...

De la tormenta

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Cuando aquella chica llegó sola en la tormenta, fueron muchos los que se preguntaron después por qué el viento no la trajo muerta. Había sido una terrible tormenta de las que el desierto provoca para limpiar de sus dunas a los más débiles. Los nómadas suelen ser personas reacias a recibir a otros que no sean de los suyos, pero aquella chica apareció después de una terrible noche, cuando rebuscaban entre el desastre cualquier cosa que se hubiera perdido en el viento. Uno de ellos, Kimio, un joven de tez oscura, alejándose un poco de la caravana, encontró a la muchacha desmayada en la arena, con el rostro pálido y desnutrido, pero aún con vida. No pudieron dejarla allí. La chica durmió durante todo el día y la noche completa. Por la mañana, después de haberla hidratado en lo posible con ayuda de las ancianas, despertó, pero al encontrarse confundida entró en pánico y trató de huir, solo para caer de cara contra la arena, nuevamente inconsciente. Los jefes de la caravana la visitaron por ...

Abejas de fuego

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Por Carlos García Torín                En la ciudad de Terence, el reino más importante de Arthe, sucedió hace tiempo, — tanto que la ciudad todavía no tenía nombre que alguien recuerde y la Fuente de La Sirena estaba reciente en su lugar frente a la entrada del nuevo palacio — que el joven príncipe de la ciudad llegó a mediodía en su caballo, probablemente de una partida de caza en la que no hubo éxito. Tomó de la alforja del caballo una polvorienta copa de plata y se acercó a beber de la fuente. Cuando metió sin prisa la mano en la fuente, al mismo tiempo vio una pequeña nebulosa, diminuta y dinámica abeja bajo el agua, que sin darle tiempo a reaccionar se posó en su mano sumergida y le picó, estallando luego en una llama acelerada y fugaz bajo el agua misma, extinguiéndose. Al príncipe aquello le pareció extraño y doloroso, pero como no sabía explicarlo, de momento lo dejó así. Así lo cuenta la joven maga que desde el otro lado de la fuent...