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Mostrando las entradas etiquetadas como Narración

Pollito letal

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  Era una vez un pollito.  Levantó una pata, levantó la otra, levantó una tercera, y otra; sorprendido descubrió que habían más y siguió:  —5, 6, 7, 8, 9, 10, 11...—además, pinzas. Cuando hubo levantado todas reconoció que no era amarillo, y que ser el único pollo sin plumas debajo de aquella cálida gallina era algo distinto. Buscó entonces la posibilidad de una nueva vida con propósito como un audaz y peligroso ciempiés. Carlos García Torín ¿Quieres leer más? El sello de cera Sembradores de vida Alessusan

La fantasía como forma de acercase a la realidad

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Por Carlos García Torín   A menudo se dice, y de hecho es una declaración que muchos toman descaradamente como emblema personal, que “la lectura de fantasía es una forma de evadirse de la realidad”. Una declaración simplista e ingenua que pretende que el único valor de la ficción es su carácter ficticio e imaginativo, la sustancia irreal, que además asume estar totalmente desconectada de su entorno y de la persona que lo proyecta. Cada vez que encuentro esa perspectiva me detengo hacer un análisis de la psiquis de esta persona que lo declara, y suele coincidir mi observación sobre ellos —conclusión que en realidad me reservo— que casi siempre se trata de personas que aunque pretenden definirse a si mismos como seres “materialistas”, y “objetivos”, “con los pies en la tierra”, se reconoce fácilmente en ellos una fuerte fricción con su propia realidad. Olvidan que la memoria misma es una construcción ficticia, una narración que armamos para nosotros mismos como un soporte vital...

Sembradores de vida

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  Por Carlos García Torín La nave plateada descendió lentamente sobre el suelo posándose sin ningún estrepito, había sido un viaje muy largo desde la lejana estrella que miles de años después los habitantes de aquel mundo llamarían impropiamente Alpha Centauri. Si más tarde uno de nuestros habitantes hubiera presenciado la conversación de los tripulantes para poder entender de qué hablaban tendrían necesariamente que haberle interpretado antes, pero era imposible, unos 25mil años de este mismo mundo separaban a estos visitantes en el tiempo, espacio de cualquiera en nuestro entorno. Aun así, la conversación interpretada pudo haberse escuchado así: — 17 horas de viaje le dejan a cualquiera las alas cansadas…—mientras se masajeaba los hombros y el cuello. — ¿la derecha o la izquierda? ¿Cuál de las cuatro? Oh, No importa, te daré un analgésico para ambos lados cuando volvamos. Por ahora dejemos a la pareja aquí, terminemos esta misión y vayamos a comer “cerveza” (algo intraducible que...

Mamihlapinatapei

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Por Carlos García Torín El mago le enseñó el esquema de dibujo más sencillo que conocía. Una bola para la cabeza, un rectángulo para el cuerpo. La gente jugaba y comía alrededor sin prestarles mucha atención, porque un domingo en el parque hay que concentrarse en el sol y disfrutar del espacio abierto. Se habían encontrado por casualidad, eso quiso creer, pero aunque cada uno tenía una razón diferente para estar el mismo día en el mismo lugar, en el deseo secreto de su corazón simplemente no querían terminar la semana sin verse, era por lo menos una motivación secundaria. Había tantos niños como rayos de sol, e igual de vivos e intensos llenaban la colina y el pasto con su movimiento. —el rectángulo así, redondeado en todas las líneas… no se trata de que salga perfecto, más bien solo… este… cómo decirlo… — ¿decente? —dijo ella. — si… bueno. No se me ocurre ahora como es un rectángulo indecente pero seguro que cuando lo vea lo sabré. Pero si sabes darle decencia, dásela— ella sonr...

Annie, la muñeca que camina sola

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  Por Carlos García Torín — Feliz cumpleaños dulzura… Jenni recibió su regalo con alegría. Al poco rato de jugar con la muñeca sintió un ahogo. Primero confusión, luego temblor y rabia. Cuando las enfermeras entraron notaron que se contenía. De pronto soltó una carcajada estridente y desquiciada. Nunca habían visto una parapléjica reírse así. Fotografía original de: Irum Shahid

Alesussan

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  Por Carlos García Torín El Archimago tiene dos hijas: Alej y Aleg. En casa del Archimago las niñas reciben su educación, la mejor que un padre puede brindar, pero aun así van a la escuela para leer y escribir, sumar y restar, como todos los niños de la ciudad de Terence. Por las mañanas, la mayor de las dos, Alej, se prepara para ir y a la vez acompañar a su hermana menor. Es la más responsable, y sin embargo la más traviesa, la que de vez en cuando prepara las aventuras en las que se meten ambas hermanas. Ese día en la mañana el Archimago se despidió de las dos con un beso, confiado que estaría bien ir a la escuela por sí mismas. Nada de eso fue ningún problema, porque Alej, como hija mayor preparó todo correctamente. Aleg también estaba satisfecha del desayuno y siempre parecía emocionada. Solo tenían que atravesar el mercado, dos calles hacia el norte y luego el Puente de la Encina, desde donde su padre en la parte alta de la torre principal de la Academia, sin que ellas lo su...