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Mostrando entradas de agosto, 2021

Caer rayo

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Por Carlos García Caer como un rayo sobre el bosque, y mira, se ha hecho campo. Del suelo surge la alegría en granos de trigo dorado, y comen de él tus pájaros negros, azules, rojos, verdes y blancos. Ya no solo el ave oscura, el chuchube del nocturno sagrado que se goza en que le llamen infortunio, y el aguaitacamino en el sendero ajeno que se escuda en el miedo del extraviado.   No. Ahora también es el cardenal enamorado con su vuelo horizontal y tierno, el turpial, ave de Persifone tropical, también ansioso de pasión ha despertado. Lo natural se hace canto, se hace color, ahora brilla donde cae el Dios y la caricia de fuego deja tostado. Come trigo hasta tu chivo oxidado. Es el campo, que el rayo lo ha besado y saca pepitas de oro por todos lados. Otros poemas de Carlos Garcia Torin: Te regalo mi lápiz Tus lunares Cuerdas de arpa

La fantasía como forma de acercase a la realidad

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Por Carlos García Torín   A menudo se dice, y de hecho es una declaración que muchos toman descaradamente como emblema personal, que “la lectura de fantasía es una forma de evadirse de la realidad”. Una declaración simplista e ingenua que pretende que el único valor de la ficción es su carácter ficticio e imaginativo, la sustancia irreal, que además asume estar totalmente desconectada de su entorno y de la persona que lo proyecta. Cada vez que encuentro esa perspectiva me detengo hacer un análisis de la psiquis de esta persona que lo declara, y suele coincidir mi observación sobre ellos —conclusión que en realidad me reservo— que casi siempre se trata de personas que aunque pretenden definirse a si mismos como seres “materialistas”, y “objetivos”, “con los pies en la tierra”, se reconoce fácilmente en ellos una fuerte fricción con su propia realidad. Olvidan que la memoria misma es una construcción ficticia, una narración que armamos para nosotros mismos como un soporte vital, y

Tus lunares

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 Por Carlos García Torín Tus lunares traen rebelión a mis sentidos. Hay desobediencia en mi boca y mis manos, mis ojos se han liado un único objetivo y en tu aroma siento el limite insano. Todo en mi cuerpo pide golpe de estado, abrazar la locura, sin ninguna excusa invadir tus fronteras, rebelde enamorado liberando el volcán de tus ansias confusas. Lunares vigilantes del lugar que adoro: bombón suculento de tu boca redonda. Con descaro me retan, no dejan que la escondas. Mi lengua rebelde pide: caza el tesoro… ¡Arrebátanos en una sola mordida! Dicen, de un siglo… afila tu colmillo, derríbanos descuidadas y dormidas. Vamos a tentarte hasta el infinito. ¿Cuántos besos habrá cautivos? Me apuñalan sin poder defenderme en la misma arteria con que escribo, ¿Cómo piensas que voy a detenerme? Tus lunares pequeños y ardientes, carboncillos de luz coqueta encendida, incendian la anarquía en mi escondida. ¡Asalta la muralla! ¡No puedes esconderte! Sobre mí se arrojan furiosos tus lunares me atac

Néctar del delirio

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  Por Carlos García Torín Íntimo, de tu alma espero un beso que abra las fuentes de un delirio astral. Ansioso del resonar de tus huesos se sacude en fuego mi armazón de metal. ¿Lo sientes? Tus garras femeninas de cristal se afilan sangrientas en mi espíritu distenso, lo enerva así, lo provoca, su vínculo sensual revela mi ardiente poderío inmenso. Ven, toma en tu boca el néctar de ambrosía que violento mana del árbol de mi hombría. Sea para tus constelaciones Y déjame beberte maga, poco a poco, que la canción de mi delirio loco sea para tus pasiones. Fotografía de Casia Charlie

Cuerdas de arpa

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por Carlos García Torín Resuena la clave dorada y cadente de una sinfonía olvidada y vibrante. El arpa en mi mano estremecida y latente palpita sus notas más elegantes, la interpreto ágil he intensamente. Canta el arpa al deseo del artista y su cajón de resonancia se calienta. Despierta el jaguar por dentro del arpista y en el toque regio que experimenta se le humedecen todas las aristas. Tocan los dedos con su gusto intenso la nota dulce que estaba encerrada en una canción del fuego y del viento, para el viaje íntimo del pez espada que se aventura en su mejor intento. Busco la chispa de tu canción interna si el arpa que sostengo me la recuerda por el tono secreto que la gobierna. Así, despiertan al gemir, intrépidas cuerdas, tus piernas, cansadas de ser piernas. Fotografía de Danila Giancipoli

Sembradores de vida

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  Por Carlos García Torín La nave plateada descendió lentamente sobre el suelo posándose sin ningún estrepito, había sido un viaje muy largo desde la lejana estrella que miles de años después los habitantes de aquel mundo llamarían impropiamente Alpha Centauri. Si más tarde uno de nuestros habitantes hubiera presenciado la conversación de los tripulantes para poder entender de qué hablaban tendrían necesariamente que haberle interpretado antes, pero era imposible, unos 25mil años de este mismo mundo separaban a estos visitantes en el tiempo, espacio de cualquiera en nuestro entorno. Aun así, la conversación interpretada pudo haberse escuchado así: — 17 horas de viaje le dejan a cualquiera las alas cansadas…—mientras se masajeaba los hombros y el cuello. — ¿la derecha o la izquierda? ¿Cuál de las cuatro? Oh, No importa, te daré un analgésico para ambos lados cuando volvamos. Por ahora dejemos a la pareja aquí, terminemos esta misión y vayamos a comer “cerveza” (algo intraducible que sol

Abejas de fuego

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Por Carlos García Torín                En la ciudad de Terence, el reino más importante de Arthe, sucedió hace tiempo, — tanto que la ciudad todavía no tenía nombre que alguien recuerde y la Fuente de La Sirena estaba reciente en su lugar frente a la entrada del nuevo palacio — que el joven príncipe de la ciudad llegó a mediodía en su caballo, probablemente de una partida de caza en la que no hubo éxito. Tomó de la alforja del caballo una polvorienta copa de plata y se acercó a beber de la fuente. Cuando metió sin prisa la mano en la fuente, al mismo tiempo vio una pequeña nebulosa, diminuta y dinámica abeja bajo el agua, que sin darle tiempo a reaccionar se posó en su mano sumergida y le picó, estallando luego en una llama acelerada y fugaz bajo el agua misma, extinguiéndose. Al príncipe aquello le pareció extraño y doloroso, pero como no sabía explicarlo, de momento lo dejó así. Así lo cuenta la joven maga que desde el otro lado de la fuente lo vio. Atentamente y con curiosidad al pr

Mamihlapinatapei

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Por Carlos García Torín El mago le enseñó el esquema de dibujo más sencillo que conocía. Una bola para la cabeza, un rectángulo para el cuerpo. La gente jugaba y comía alrededor sin prestarles mucha atención, porque un domingo en el parque hay que concentrarse en el sol y disfrutar del espacio abierto. Se habían encontrado por casualidad, eso quiso creer, pero aunque cada uno tenía una razón diferente para estar el mismo día en el mismo lugar, en el deseo secreto de su corazón simplemente no querían terminar la semana sin verse, era por lo menos una motivación secundaria. Había tantos niños como rayos de sol, e igual de vivos e intensos llenaban la colina y el pasto con su movimiento. —el rectángulo así, redondeado en todas las líneas… no se trata de que salga perfecto, más bien solo… este… cómo decirlo… — ¿decente? —dijo ella. — si… bueno. No se me ocurre ahora como es un rectángulo indecente pero seguro que cuando lo vea lo sabré. Pero si sabes darle decencia, dásela— ella sonr