La fantasía como forma de acercase a la realidad
Por Carlos García Torín
A menudo se dice, y de hecho es una declaración que muchos toman
descaradamente como emblema personal, que “la lectura de fantasía es una forma
de evadirse de la realidad”. Una declaración simplista e ingenua que pretende
que el único valor de la ficción es su carácter ficticio e imaginativo, la
sustancia irreal, que además asume estar totalmente desconectada de su entorno
y de la persona que lo proyecta.
Cada vez que encuentro esa perspectiva me detengo hacer un análisis de
la psiquis de esta persona que lo declara, y suele coincidir mi observación
sobre ellos —conclusión que en realidad me reservo— que casi siempre se trata
de personas que aunque pretenden definirse a si mismos como seres
“materialistas”, y “objetivos”, “con los pies en la tierra”, se reconoce
fácilmente en ellos una fuerte fricción con su propia realidad. Olvidan que la
memoria misma es una construcción ficticia, una narración que armamos para
nosotros mismos como un soporte vital, y que muchas más veces de lo que
podríamos reconocer tiene más de drama y mentira que de experiencia genuina. La
personalidad, ese patrón complejo que utilizamos a diario de manera constante,
libre e inconscientemente, también está hecha de retazos de identidad prestada,
imágenes e ideales que en realidad “no son nuestros” sino que adoptamos.
Ese menosprecio por la imaginación y la fantasía, haría suponer en
principio que nace de la practica
exitosa de un enfoque serio, tangible y sólido ante la vida de estas
personas, pero en vez de eso, se nota que sienten la misma de forma áspera y
difícil. Incluso se les nota en ocasiones con un sentimiento de impotencia
mayor al promedio. Algunos se consideran a si mismos “materialistas
dialécticos”, y sin embargo, ese “dialogo” con lo “material”, con lo mundano,
con lo humano, es de un tragar grueso que más parece crearles amargura y carga
interna, que libertad y plenitud.
Todo el mundo necesita algo de fantasía. Lo que nos mata es la rutina,
el trabajo diario en el campo, los viajes aburridos a ciudades ya demasiado
conocidas, no es algo fácil de cambiar, a menos que tengas un trabajo
interesante, pero no es fácil, campesino, herrero, carpintero, comerciante, son
todas profesiones muy necesarias y por tanto existen mas probabilidades de que
seas algo así. Nos mata porque cómo seres humanos entramos constantemente y sin
darnos cuenta, en situaciones y espacios que nos parecen rígidos, lagos espesos
y oscuros donde la conciencia no se siente capaz de digerir lo que está
pasando. Olvidamos las decisiones que tomamos, y obviamos las señales más
obvias de problemas al acecho porque el sentimiento y la emoción tiene un efecto
analgésico. Más si encima teníamos expectativas sobre lo que debería significar
ese momento y espacio, y de pronto, la realidad misma junto con ese modelo
aparece rota y fracturada.
Estar casado o casada con el ser que amas no tiene entre sus
consideraciones la infidelidad, la culpa, o el aburrimiento cómo parte del
guion. Inscribirse en alguna institución para “servir a la Patria” no suponía
en navegar en medio de la corrupción, la crueldad y la deshonestidad. Cuando
nos entusiasmaba la idea de ser padres no imaginamos que el papel estaría
acompañado de angustia y desagradecimiento. Sin importar en qué rol estamos
siendo protagonistas de nuestra realidad, esta se nos hace densa, se nos vuelve
un espacio raro, amargo, triste, pequeño, pesado, sofocante. No es que la vida
sea “solo” de esta forma, pero a menudo esas experiencias se presentan, de una
forma u otra, y sin avisarnos, sin darnos tiempo a definir y entender el
momento para poder transformarnos ante él. Dicho de la forma más fácil, la vida
se nos viene encima sin avisar. Con satisfacciones e insatisfacciones.
Es ahí donde la fantasía y la imaginación se presenta como una realidad
auxiliar. No para evadirse de la vida, sino para extenderla, para ofrecer un
espacio extra que nos sirve de campo de exploración y búsqueda, donde podemos
encontrar las respuestas a preguntas que ni siquiera sabemos bien cómo
formular, y que son tan extenuantes e importantes para poder continuar, para
poder recuperar el sentido de nuestra visión o alimentarla de claridad y color.
Ya lo había dicho antes en otro ensayo llamado “Yin Yang, cuerpo y alma
en los relatos de Wafi Salih”, pero las traigo aquí de nuevo porque son
palabras muy precisas sobre este aspecto:
“La ficción literaria, en vez de ser un medio para evadir la vida, se convierte de repente en una forma de acercarnos a la vida autentica y experimentarla con mayor plenitud, entendimiento y coraje.”
No en vano, muchísimas de las mejores obras que
existen —tanto de ficción como de no ficción— han surgido de la necesidad de
expresarse, no porque un mundo fantástico nos reclame algo para algo que decir,
aunque así se siente en ocasiones; sino porque la realidad misma nos impele a
contar nuestra realidad, y al sentir que no puede hacerlo con los medios que
dispone porque le resultan escasos, echa mano de la ficción y de la riqueza del
universo simbólico humano para ampliar su repertorio. La mayoría de veces
además alimentado con la energía de la emoción que también está buscando cause.
El ser humano, pretende que cuenta mentiras sin sustancia, pero en realidad se
cuenta a si mismo.
Así nace la poesía, echando mano de la metáfora, de la
asociación, de la similitud, de la evocación, y de la connotación. Wafi Salih
por ejemplo, se define a si misma en una conmovedora pero intensa metáfora:
“Yo Wafi Salih
un haikú con espinas
sobre el mundo.”
El poeta se encuentra a
través de sus poemas consigo mismo, en ese distanciamiento de la imagen literal
hasta la fantástica, —distancia semántica, que no de la vida—, logra reconocer
sentido a su Yo, a su entorno, a su tiempo, a los otros, a la tragedia y a la
alegría, a horror y a la ternura, a sus inquietudes y también a sus caprichos.
Pero no solo eso, sino que en ese proceso de transformación es llevado de la mano
consecuentemente hacia la esperanza, hacia el alivio, hacia la aceptación,
hacia la libertad, la justicia, el goce, el entendimiento. El ficción se vuelve
una expedición donde por identificación el ser humano adquiere cualidades que cree necesarias
y útiles para si. El recorrer poético se vuelve un camino a la transformación
cuando un enfoque “objetivo” y “realista” no ofrece ningún otro medio para
avanzar objetivamente por la realidad. El hombre se hace símbolo a si mismo
para abrirse nuevas puertas.
Un fenómeno similar
sucede con la fantasía y la ficción en relatos, cuentos y novelas. Si bien
aquí, por ser esencialmente prosa, no predomina el valor intrínseco de la
relación simbólica entre palabras, y los sustantivos y adjetivos en si mismos
no son suficiente campo. En la prosa fantástica, el valor simbólico que se
recoge como herramienta de construcción para este terreno auxiliar del
pensamiento y el sentir, es el universo de los arquetipos. Se juega con
conceptos, construcciones mucho más complejas que incorporan dentro de si
mismos una propia riqueza vital, y que sirven para representar no en una frase,
sino en una historia y sus personajes, realidades igualmente complejas y llena
de matices.
Es que los personajes de
fantasía no son otra cosa sino un conjunto de modelos humanos. Modelos que,
aunque estén “vestidos de fantasía”, no pueden comportarse de ningún modo
autónomo sino desde el comportamiento y forma del ser humano. Lo hacen a través
la imitación, de la exploración, de la exageración, de la negación, desde el
alejamiento, o desde la emoción, el deseo, el miedo, la rabia, la impotencia,
cuantas cualidades haya en el potencial de la conciencia humana, sus temores,
anhelos y experiencia.
Tomemos por ejemplo
algunos personajes arquetípicos para observarlos superficialmente: el dragón,
la sirena, o el héroe semidiós.
El dragón, es una
criatura que es viva expresión de fuerza y crueldad, amante de las
riquezas,vque secuestra doncellas y acumula tesoros que no le sirven para nada
sino para dormir sobre ellos. Suele ser además el antagonista de los héroes. Es
fácil ver en él la expresión humana misma del deseo de poder, ahora si
expresada —en la libertad de campo que da la fantasía—. Es una expresión más
que todo del instinto violento y egoísta del hombre, que toma la mujer que
quiere, tiene más recursos que nadie, y puede actuar con arrogancia e
impunidad.
La soberbia no es un
invento de los dragones de fantasía, es un invento del espíritu humano.
Reconocida la base de su comportamiento como algo negativo por casi todas las
culturas, el dragón suele ser el enemigo, el adversario en casi todas las
historias con una trama de superación, porque los protagonistas —me refiero
aquí a los lectores—, mas cercanos al sentimiento de impotencia y pequeñez de
los protagonistas literarios, se identifican más con la aventura de enfrentarse
a obstáculos que parecen insalvables, que a la posición de dominio de este.
La sirena, por otro
lado, contiene dentro de si misma una mezcla de belleza y peligrosidad,
inherentemente femeninas, es la expresión de la mujer que demuestra usar la
sensualidad para obtener el poder de complacer sus deseos, en este caso la
entrega del hombre. Esto sucede en la sirena mitológica, pero también en la que
ha sido expresada en los medios audiovisuales y la literatura. Tanto en el
cuento de “La Sirenita” de Disney cómo en su historia original de Hans Cristian
Andersen, tiene también un principio de inocencia, que permite interpretar la
evolución de la mentalidad femenina.
Es “la niña” que pone
los ojos de su corazón en el amor de un hombre que está fuera de su alcance,
porque vive en otro mundo —en la vida real supone al hombre adulto y más
experimentado que ella— y que por lo tanto “anhela” aventurarse a ese mundo —lo
que es un símbolo de madurar—, abandonando su mundo original y su voz —la niñez
y la inocencia— para descubrir con pesadumbre, que ser adulto es vivir
experiencias de decepción. En el cuento de Andersen —menos endulzado por las
necesidades de mercadeo— la sirena entristecida se arroja a las aguas y se
convierte “en espuma de mar” —lo que podría ser una clara representación de
suicidio por parte de un personaje que no sabe como hacerle frente a la
crueldad de la vida. Le habría ayudado escribir.
En el héroe semidiós, cuya principal figura
representativa es Hércules —pero que también podríamos encontrarlo en otros
personajes, como Súperman—, por lo general se expresa una vida llena de
obstáculos, a lo largo de cada cual va descubriendo y afirmando sus propias
cualidades para superarse y llegar a cumplir su destino. No se trata
simplemente de luchas contra su entorno —en el caso de Hércules, el león, la
hidra, el jabalí, etc— que bien representan las dificultades humanas, sino
también la lucha propia, individual y personal, cuando poéticamente en la vida
real decimos que el “hombre lucha contra sus propios demonios”, en la
fantasía se puede explorar plenamente la significación de esto. Para Hércules
irónicamente supone la culpa de haber asesinado a sus hijos, y es posiblemente
lo menos “irreal” que podríamos reconocer, pero en muchos héroes esta metáfora
se expresa de manera literal con el mismo propósito de exploración y carga
emotiva por resolver. Por otro lado el héroe vive la “revelación” de que existe
un destino ideal al que debe aspirar y no tiene permitido abandonar su camino.
Hércules cuando era pequeño, fue llevado por Hérmes desde la cuna hasta el seno
de Hera —la diosa del Olimpo, que además fue la principal antagonista de que
aquel cumpliera su destino— para mamar de sus senos cuando esta dormía, como
una estrategia de Hérmes de asegurar que este llegara algún día a vivir “su
derecho divino” de pertenecer ahí.
Más allá de los componentes fantásticos de la
historia de este personaje, es claro que la “necesidad” de ser algo mejor, algo
más grande, fuerte y noble, que lo supone ser un humano instintivo y guiado
solo de las pasiones es un rasgo humano. Aspiramos a más, a mejor, “hacia
arriba”, a lo divino, aunque sea de manera instintiva, y aunque en muchas
personas no alcance ese instinto para que sea una búsqueda espiritual sino
moral. La historia de Hércules es nuestra historia, nuestra búsqueda, nuestra
ascensión, solo que nuestras hidras son horas saturadas de trabajo, relaciones
disfuncionales, defectos físicos y de carácter, depresión, ansiedad, angustia,
adicciones, y demás dificultades cotidianas, que no todos tienen en común, pero
el que sufre alguna le parece bastante grande en si misma.
En el fondo comprendo a mis amigos
“materialistas-realistas-objetivos”. Hay quienes en verdad no son conscientes
de que estos procesos de proyección se producen, y confunden peras con
manzanas. Pero eso es otra cosa. De la misma forma que el ser humano al dejarse
llevar por sus instintos crea una realidad oscura para todos y para si mismo,
el estancarse en el carácter ficticio del ejercicio imaginativo puede llevar al
artista y al soñador a perder la conexión con la vida. Lo que también es
catastrófico y la degenera.
Es la ironía del paradigma desde la ilustración,
que a pesar de que se expresa levantando el estandarte del “realismo” y bajo el
amparo del “método científico”, vive aún con más fuerza de sus creencias que en
cualquier otra época. El crítico literario Northop Frye lo expresó en estas
palabras en su ensayo “La Escritura Profana”, hablando en este caso sobre la
formación de la literatura a partir de la mitología, aunque se refería al ser
humano como conjunto civilizado en diferentes contextos:
“Por desgracia, siendo lo que es la naturaleza humana, el hombre, en primer lugar, adquiere un universo mitológico, y pretende luego, mientras puede, que se trata de su universo real. Todos los universos mitológicos se encuentran, por definición, centrados en el hombre.”
Sin embargo, sigue siendo una necesidad.
Necesitamos de la fantasía para extender nuestra visión. Como pizarra en
blanco. Allí encontramos la analogía inconsciente del vivir. Por mucho que los
personajes nos parezcan un zoológico de rarezas, y los paisajes sean también
exóticos, épicos y lejanos, en realidad se trata de seres y lugares conocidos y
afines, tienen la sustancia que viene del discurso interno del ser humano. Por
tanto es un lugar para encontrarnos a nosotros y al mundo, no para escondernos
en él, sino para actuar, al hacer girar la rueda del pensamiento a través de la
inspiración y la identificación.
Rosa Montero lo expresa en medio de una
entrevista así, cuando la entrevistadora pretende servirle en una pregunta la
idea de —ya se vé que es un estereotipo muy común, sobretodo para quien no se
dedica a ello— “la literatura como un refugio”. Ante esta declaración Rosa
Montero se expresa:
"Mas que como un refugio, esta en la base misma de nuestra supervivencia. Y no solo es la literatura, es el arte. (...) “el arte es una herida hecha luz”, y es verdad, si no te tuviéramos esa capacidad de construir belleza de este caos punzante, enloquecedor, y a veces cruel y demoledor que es la vida, no podríamos sobrevivir. (…) Es mucho más que un refugio, está en la base misma de la vida y la supervivencia, sin arte no podríamos entender el mundo, sin narración desde luego no podríamos entender el mundo, el mundo sería puro ruido (…)"
Esta idea de que —el arte, la ficción, la
fantasía, en fin... el producto de nuestra imaginación— está en la base misma
de nuestra supervivencia no está lejos de la verdad biológica. Por ejemplo, la
capacidad de soñar, que cómo sabemos no es una simple representación de lo
mundano, sino que esas situaciones están además sobre el soporte flexible de la
imaginación, está ligada a nuestra naturaleza. No sabemos si todos los animales
sueñan, pero tenemos certeza de que prácticamente todos los mamíferos también
pueden hacerlo: perros, gatos, delfines, caballos, cabras, primates y demás,
tienen la habilidad natural de proyectar durante el sueño una representación de
la vida despierta. Igual que nosotros.
No sabemos que función primordial cumple el
sueño, pero se ha especulado y con mucho sentido, que la mente —de mamíferos al
menos— utilizan el sueño como una forma de “procesar” las experiencias. La
veracidad de esa afirmación es difícil de admitir mientras la experiencia
subjetiva sea única y absolutamente competencia del individuo que las tiene,
sin embargo llama la atención que necesitemos procesarlas a través del sabor de
la imaginación desenfrenada. Al menos el fruto objetivo de esos procesos de
juego mental si que se puede percibir. La mayor parte de los mamíferos expresan
una vida más compleja y rica en comportamientos, que aquellos animales que solo
parecen cargar con el instinto reptil. Desde la empatía y memoria afectiva de
elefantes y delfines, al complejo juego de expresiones sociales entre leones,
tigres, lobos, perros y gatos, hasta la capacidad de mentir, burlarse o
aumentar su lenguaje que tienen los primates. ¿Hasta qué punto los sueños, y la
imaginación que los impulsa, son responsables de extender y enriquecer esa
conciencia y expresión de vivir? es difícil de medir, pero imposible de negar.
Como seres conscientes, en medio del sediento
camino de la vida, a veces nos descubrimos perdidos y desorientados. La vida se
hace seca y vacía y nos parece un desierto, porque no logramos siquiera
distinguir algún sentido cercano, ni en el horizonte. Levantamos entonces
hábilmente, con herramientas y técnica racionales, altas torres, donde poder
elevarnos de esta difícil superficie para poder mirar más allá de nuestro
presente. Pero a veces no es suficiente hacer escaleras de lógica. Las personas
que desconfían de su propia imaginación y la de los demás, se ponen de
puntillas sobre sus pies, para intentar estirarse un poco más alto desde sus
atalayas con la esperanza de descubrir algo a lo lejos, aunque algunos
simplemente se queda ahí encerrados y resignados. Pero los que imaginan, se hacen
alas. La ficción les permite volar.
Las historias fantásticas —y en general el arte
mismo, como expresión de la imaginación y el espíritu— son verdaderos espejos y
puertas. Encontramos respuestas a preguntas que de otro modo no podemos a veces
ni siquiera plantearnos —muchas veces ni sabíamos que estaban ahí—, y podemos
gracias a ellas, cómo también sugirió Rosa Montero, en mejores palabras
imposibles: "llegar a cierto acuerdo con nuestra realidad, y cambiar la
narración de nuestra propia vida."
Referencias:
García Carlos, (2021), “Yin Yang, cuerpo y alma en los relatos de Wafi Salih”, https://cegtedicion.blogspot.com/2021/07/yin-yang-cuerpo-yalma-en-los-relatos-de.html (consultado el 8 de
agosto de 2021)
Salih Wafi, (2020), “Serena en la plenitud”. LP5
EDITORA.
Frye Northrop, (1992) La escritura profana. Monte
Avila Editores. Caracas, Venezuela.
Montero Rosa. En: Entrevista a Rosa Montero, autora deLa Ridícula idea de no volver a verte, 20 junio de 2013, Culturamas. Youtube.
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