Binomio poesía - prosa y su alcance expresivo a través del eje discursivo de los relatos de Wafi Salih

Wafi Salih


Resumen: Este es un ensayo sobre la capacidad del lenguaje poético para describir y complementar el entendimiento y apreciación de la Narrativa sin entrar en contradicción ni antagonismo con el lenguaje prosaico y objetivo. Tomando como ejemplos la reflexión sobre el carácter simbólico del Ying y Yang oriental, además de citas y referencias a la obra narrativa de Wafi Salih pertenecientes a su libro “Discípula de Jung”, se describe la utilidad y capacidad de este enfoque del lenguaje para complementar, e incluso materializar de manera más afectiva la comunicación narrativa, a la vez que se plantea el valor de cada enfoque. Prosa y poesía más que diferentes entre sí, son interdependientes, una genera la necesidad de la otra.

Palabras clave: discurso, narración, poesía, prosa, Wafi Salih, Discípula de jung

 

En occidente es reconocido un tradicional símbolo de la filosofía china, Yin-Yang. Por si acaso el lector no lo recuerda o no lo conoce, se trata de un signo circular, divido por una curva siseante en dos mitades iguales, una oscura y otra clara, pero en cuyas dos mitades opuestas también está implícito un pequeño punto del color de su contraparte; es decir sobre la parte negra, un punto blanco, y sobre la parte blanca, un punto negro.

En su significado etimológico, el ideograma llamado “Yin” se compone de los ideogramas que implican presencia de nubes y un tiempo cubierto, y el ideograma “Yang” contiene los significados del sol elevado por encima del horizonte y su acción intensa. Ambos comparten además un signo radical que representa las colinas, la vertiente. Dicho de un modo más directo, el Yin-Yang es entonces la sombría y la solana sobre un valle, pero entrando ya en sus matices semánticos representa el aspecto oscuro y luminoso de las cosas. (Chan, p.244, 1960) Más aun, profundizando, es la representación de la dualidad de las cosas, lo femenino-masculino, el bien-mal, lo pasivo-activo, lo lejano-cercano, lo positivo-negativo, lo material-espiritual, entre otras cosas, y como no podría faltar, también representa el cuerpo-alma de lo que existe.

Una de las ideas que encierra, a pesar de estar presente explícitamente en el símbolo, suele pasarse por alto, y es la afirmación de que en cada polo, de alguna forma está contenido también su contraparte. Dicho de modo descrito, es como si dijéramos que “en el bien está presente el mal, y en el mal encuentras el bien”, o “en la luz está la oscuridad, y en la oscuridad encuentras la luz”; este tipo de paradojas es la que inclina a muchas personas abandonar por evasión la tarea de reflexionar sobre su carácter. Las paradojas nos presentan la unión de conceptos que parecen incompatibles,  irreconciliables, y a la mente racional se resiste a juntarlas.

En la filosofía del esoterismo cabalístico, nos encontramos con la misma expresión de este concepto, quizás en una afirmación menos difícil de asimilar: “Los opuestos son iguales. Iguales en naturaleza, pero diferentes en grado”, dice El Kybalión. De forma representativa, es como si afirmáramos: “El frío y el calor son ambos “temperatura”, pero en distintos grados”; o “El bien y el mal, son opuestos en intención, pero ambos son por naturaleza el mismo comportamiento humano visto a través de un prisma ético.” De esta forma, percibimos más fácilmente, que a pesar de que los polos parecen dispares, en realidad, por ser simples grados de una misma propiedad, esconden siempre un punto de coincidencia. (El Kybalion, p.6, 2022)

En la literatura también existen estos dualismos, como por ejemplo la contraposición entre el verso y la prosa. Para algunos el verso, otra forma de llamar la poesía, se viste de lo subjetivo, de lo íntimo, de lo místico, de lo evasivo, de lo espiritual, de lo espontaneo, de la libertad expresiva del individuo, de lo mágico del poder descriptivo de la metáfora; por otro lado, la prosa es estructurada, es lógica, es directa, es reflexionada y responsable, se viste de la fuerza de una sintaxis correctamente construida, de lo objetivo, podría afirmarse que al contrario del evasivo efecto espiritual de la primera, la prosa por el contrario busca ser reconocida como algo material, algo entendible y asumible en un primer contacto, directo, simple, y sólido.  Ambos sin embargo son literatura, expresión escrita, iguales en naturaleza, pero distintos en grado, diferentes enfoques que en realidad giran alrededor del mismo eje: expresar.

Lo poético está presente en la narrativa prosaica, en mayor o menor medida. También la narrativa (el más fácil ejemplo de literatura en prosa) está presente muchas veces en los escritos poéticos.

El Yin-Yang guarda también un precioso simbolismo dicotómico, y es la representación del cielo y la tierra. Algo que, como ya dijimos, cuando lo abrazamos a través de un acercamiento en bruto a la paradoja quizás no lo captamos, pero cuando consideramos que dentro de la unión de ambos opuestos está en realidad “la unidad”, solo que vista en sus aparentes matices, nos damos cuenta que en esa integración entre el cielo y la tierra nace lo que propiamente es “el mundo”. Entre lo celestial y lo terrenal, se expresa lo humano; la experiencia de la creación, tanto a través del reconocimiento lógico y directo de los sentidos del cuerpo y la mente, como a través de la contemplación y la intimidad de la conciencia del alma.

En el relato de libro Discípula de Jung, llamado “Holograma”, la escritora Wafi Salih nos invita a entrar en su colección de relatos con una afirmación que quizás, para el entendido en textos más habituados a lo prosaico, puede resultar un tanto descolocante:

 

“La morosidad de los instantes sagrados, deletrea en un lenguaje de palabras vedadas a nuestra racional inteligencia, ¿quién se quedó con nuestra humanidad?”(Salih, Discípula de Jung. p.5, 2020)

 

Después de todo, ¿puede un instante, unidad de tiempo, tener deudas con nosotros? ¿Puede el tiempo deletrear? ¿Y si acaso pudiera hacerlo, puede realizarlo a través de palabras vedadas, prohibidas, que en realidad no podría entender la inteligencia racional al no tener acceso a ellas? En verdad, y me atrevo afirmarlo, que puede.

El conocimiento, tal y como nos hemos acostumbrado a utilizarlo, puede brindarnos la experiencia de descubrir el mundo a través de la experiencia objetiva, pero nos hemos vuelto tan inerciales y rígidos en esa forma de experimentar, que subestimamos el conocimiento que nos llega a través de la experiencia subjetiva.

En la literatura, la experiencia objetiva existe a través de los recursos típicos de la prosa, una correcta articulación discursiva, que muestra en orden lógico e inconfundible las ideas y formas de lo que queremos representar, de manera que la mente lo capta de inmediato, sin dudar, sin detenerse, sumando uno detrás del otro cada concepto, y uniendo como si se tratase de construir un camino a través del cual nuestra conciencia avance de forma lineal. Pero lo poético, nos brinda el descubrimiento a través de lo subjetivo, no nos resulta tan fácil, nos confunde, nos obliga no a tomar sino a interpretar, se nos resiste a través de comparaciones metafóricas, paradojas, sonidos, ritmos, colores, aromas, y sin embargo nos aporta algo, nos permite tomar esas ideas a través de la sensación, a veces dejándonos con el sabor incómodo de que no hemos captado la intención correctamente, ese algo que en realidad no nos sería sencillo desglosarlo en más palabras, si esas palabras no fuesen también de la misma personalidad poética. Ese acercamiento pragmático de la prosa, y esa sutil distancia de la poética nos permite vivirlo todo.

En la experiencia cotidiana no lo planteamos tan a menudo conscientemente, pero Wafi Salih nos invita a entrar en un libro de relatos (que se supone cuenta experiencias de personajes, conforme a lo que es la narrativa normal) no a través del hecho, sino a través de una pregunta inflexiva: “¿quién se quedó con nuestra humanidad?”, yo me atrevería a continuar la frase (jugando a que se trata de una canción a la que le sigue un verso improvisado) “¿Cuándo dejamos de ver fuera, y desde dentro, tanto cerca como de lejos?”.

Los relatos de Discípula de Jung no se pueden leer adecuadamente si no nos abrimos a las sensaciones que nos produce el discurso poético, espiritual, e íntimo tanto del narrador como de los personajes. A través de los diferentes cuentos están desparramados todo un montón de aproximaciones, sugestiones, distanciamientos, miradas no hechas al personaje en sus eventos externos, sino a la experiencia de su interior, que si solo nos quedásemos recogiendo las afirmaciones narrativas no lo valoraríamos en su totalidad. Usted puede ir al parque a leer el periódico el fin de semana, pero si no despierta a respirar el aroma del verano, la luz dorada, el sonido de los pájaros y los niños, la humedad de la hierba, y el sabor del café que probó unos minutos antes, aunque sea de un modo distante, sutil e inconsciente, difícilmente encontrará, solo en la lectura, la placidez de ese domingo.

El hecho de que estos relatos sean así no debería sorprendernos. Wafi Salih es conocida principalmente por ser escritora de poesía (principalmente en el género del haiku, poemas cortos que capturan instantes), además es mujer, y es reconocido que cualidades como la imaginación, y la expresión estética, son predominantemente femeninas, de la misma forma que en contraste se atribuye un carácter masculino a la lógica y el materialismo (Garcia, 2003). La metáfora tiene voz de mujer, el silogismo tiene voz de hombre.

Para aproximarnos a la lectura de los cuentos de Discípula de Jung, tenemos que dejarnos envolver por el concierto dinámico de sensaciones que los personajes y la autora van experimentando, ya que muchas veces, la sustancia del relato, no está necesariamente implícita en los sucesos de la trama. Para apreciarlo (a través de sentirlo, no tanto de comprender) necesitamos viajar con los personajes fuera de sus escenarios, como les es costumbre, en búsqueda del baúl de las visiones al pasado, experiencias generacionales que en principio son ajenas pero que los rozan como caricias en su propia identidad, vidas que parecen préstamos a ese relato porque no son del protagonista, pero que sirven de espejo o de prisma, y en la luz de estos invitados encontrar signos que no son evidentes en el sujeto original.

Por ejemplo, en el cuento “Alter Ego”, la misma Wafi Salih se presenta a sí misma como personaje:

 

“Menudita, como el dedo meñique, se ve a Wafi caminando por las calles interminables de la ciudad”. (Salih, p.6, 2020)

 

Sin embargo, esa imagen, aunque graciosa, pictórica y emotiva, es todavía incompleta y resulta insuficiente para asimilar a esta Wafi personaje, por eso el relato nos invita a encontrar posteriormente a través de un desfile de personajes los matices de lo que aún no se ve completamente: Ginethe Platini, Anna Karenina, María (personaje de Jorge Isaacc), Agatta Jeckis, Fernanda Aristizábal, Lolita Divasson, Hannah Arendt, Aquiles, e incluso  en la mirada de Augusto, su gato siamés. En un relato que al igual que la mayoría de los relatos del libro celebra la brevedad en la prosa, a través de un collage de personajes que no están presentes, podemos asir al que sí.

En la historia que le da nombre al libro Discípula de Jung, un personaje nos dice en un momento temprano del relato:

 

“Hace 20 años en medio de una acción revolucionaria recibí un disparo en el estómago”.(Salih, p.13, 2020)

 

Es una imagen cruda, directa y consolidada, sin embargo el relato no se ubica veinte años antes, sino veinte años después, siendo el narrador, no paciente herido de bala sino paciente de psiquiátrico, herido de acusaciones. Es su presente y está narrado en primera persona, pero necesitamos recorrer su experiencia vital para comprender, ni siquiera lo que a este personaje en sí mismo le sucede, sino a la doctora que lo atiende, el personaje que va experimentando a través de las heridas del otro el sutil arco dramático que le corresponde. El cuento no es sobre el protagonista de la historia, aunque nos parezca extraño reconocerlo, es sobre alguien que se encuentra con él. Pero este personaje nos sirve de materia poética para introducirnos en el principal.

Volvemos a decir: “¿quién se quedó con nuestra humanidad?”, ¿La humanidad capaz de utilizar ambos tipos de mirada, la de la intelecto y la del espíritu, al mismo tiempo, de manera natural y sin esfuerzo? Mirarnos a nosotros, y a los otros. Mirar al uno que es la parte, y al todo. Me atrevería a responder, sin pretender explicarlo completamente, que quizás estamos demasiado acostumbrados a reconocer solamente las cualidades que nos son predominantes, considerando que las otras son opuestas, antagónicas, y como si una tuviese que negar a la otra. De la misma forma que si dijéramos “un hombre no es una mujer, una mujer no es un hombre” olvidando que más allá de las diferencias, no son contrarios, ambos son humanos.

Sobre los cuentos de Wafi Salih hubo un comentario que nos pareció una apreciación ingenua: “Feministas pueden decirse, con certeza, muchos de estos relatos” (Sancho, 2022). El comentarista, como no es de sorprender es de un hombre, y al observar las cualidades de la narrativa de Wafi Salih, predominantemente femeninas, apoyadas más en la musicalidad, luz y aroma de la metáfora y la vaporosa evocación, y mucho menos en la solidez estructural de una trama, por supuesto que las percibe ajenas a su paradigma. Al punto que se apresura incluso a etiquetarlas de “feminismo”, como si los hombres no usáramos (aunque en grado menor de recurrencia) aquellos mismos recursos, y la defensa de esos valores fuera campo de arado de la mujer.

¿Feministas? No lo considero así. Afirmarlo, implicaría por contraposición decir que el hombre que escribe ensayos críticos (sobre ciencia, política, literatura etc.) hace literatura “machista” o al tener un enfoque estrictamente objetivo, y por supuesto nada más absurdo. En cambio, sí que podría decirse que la narrativa de Wafi Salih es “femenina”, lo que sería un adjetivo más adecuado. Pero un hombre puede (y existen infinidad de ejemplos cercanos) escribir literatura femenina también, del mismo modo que una mujer puede encontrar un discurso masculino, porque las cualidades de la expresión escrita y el pensamiento no son los extremos que les atribuimos, son simplemente eso, cualidades de la misma sustancia, de una misma fuente. Son valores que están ahí, y aunque les atribuimos el significado de masculino o femenino a muchos de ellos, siempre hay que distinguir que el valor es intrínseco (en este caso de la expresión literaria), y el significado es algo que nosotros otorgamos según la experiencia con la cual vivimos. Todo esto simplemente limitándonos al estilo, sin siquiera echar una mirada sobre los temas todavía, pero seguramente es evidente si nos metemos también a esas turbias aguas.

El Yin-Yang nos recuerda que los opuestos fundamentales tienen un complemento, y ese aspecto está dentro de sí mismo, recordar eso nos permitirá reconocer la literatura mucho más relativa, una literatura donde la prosa y la poesía más que diferentes entre sí, son interdependientes.

¿Tienen cualidades masculinas los relatos de Discípula de Jung? Por supuesto, pero no es lo principal. La trama de los relatos, algo que parece vital en el análisis de la narrativa, compuesta de giros de trama y desarrollos estructurados de una historia, y casi siempre entregadas a la formulación arquetípica aristotélica de introducción, nudo y desenlace, con claros movimientos, en estos relatos se vuelve algo secundario. Algo que si bien está presente, se antoja casi como un pretexto necesario para presentar los mismos objetos, pero con un enfoque diferente. De la misma forma que para conocer los actos de un espíritu, este tuviese que encarnarse necesariamente en el traje de cuerpo material, porque si no, no podría hacer, ni interactuar, con otros seres vivos.

Discípula de Jung, considerablemente femenina en sus recursos es algo muy etéreo, parece a veces intangible. Sostiene dentro de sí apenas la materia necesaria para ser reconocible y tener volumen. Podría decirse que más que una colección de relatos de la experiencia física de las personas, se trata de una colección de momentos extraídos de la vida de diversas almas. Por eso no profundiza demasiado en trepidantes giros de acción y dinámicas agitaciones; al contrario, al no tener más que la materia necesaria, el movimiento resulta mínimo, y muchos de sus relatos se nos presentan más que como un cuento, casi cómo un retrato, la fotografía de un instante personal. Más aun, se trata de la fotografía a veces, no del paisaje exterior, sino del interior, y más osadamente de la captura de instantes y su relación con el todo.

Esa “morosidad de los instantes sagrados”, son esos momentos perdidos en la memoria de la existencia colectiva, que los saboreamos como deudas porque no son nuestros, ni los experimentaron los protagonistas, pero se sienten necesarios para captar quienes son, al no encontrar en su mínimo fragmento histórico la suficiente sustancia y palabras con las cuales asimilarse, les toca mirar fuera de sí mismos. Admite un personaje del relato “Reescritura”:


“Si podemos encontrar algo de esencia, un trocito de cordura, una migaja de vida, debemos esculcar los detalles de algunos períodos un tanto gatopardianos, hallaremos una naturaleza sin ritmo, propia de los derrotados”.(Salih, p.28, 2021)

 

Evidencian así estos relatos la “encarnación” del enfoque de un haiku, un escrito breve, poético, y contemplativo, que de pronto desea tener cuerpo (prosaico) para contar con un poco más de movimiento. No mucho. El necesario para respirar y mostrarse un poco más. Wafi Salih no solo sigue usando la puerta de las sensaciones metafóricas de la poesía, sino las pinzas mágicas del haiku, que debe dejar de ser verso para intentar ser prosa breve. La poesía devora el relato para encontrar la expansión que el verso no le brinda describiendo algo, y mientras ocurre, la prosa se concentra y reduce en sus mecanismos. Como una genera la necesidad de la otra, el relato también para dar vida a la carne que cubre los huesos de la narración tiene que atreverse a cantar y pintar.

Tampoco hay propuestas teóricas conscientes, intencionales y catedráticas en Discípula de Jung, pero hay, con honestidad el vistazo a la experiencia del alma, que solo sabe reconocerse a través de su contacto con el resto de los seres, y que al ser personajes marcadamente solos, tristes y ausentes del presente, encuentran más seguro nadar en las aguas del tiempo. Dice Wafi Salih a través de la garganta de otro personaje en “El Lenguaje de los Pájaros”:

 

“No sé dónde está el realismo sociológico, el existencialismo, nihilismo kafkiano, ni ninguna de las otras categorías y términos que han empleado para definir mis reflexiones. Léalo, si lo encuentra estará bien. ” (Salih, p.16, 2021)

 

La sabiduría oriental que expresa el Yin-Yang condensa las dualidades en un todo. Ellos no admiten la división abstracta entre tiempo y espacio independientes de las acciones concretas, sino que la totalidad entre el espíritu y el mundo está expresada en un concepto que a nosotros, en occidente, se nos hace complicado asimilar, y que ellos denominan como Tao.

El tiempo y el espacio se dividen en momentos y regiones, pero según se van sucediendo pueden ser calificados yin, o yang, según si son claros u oscuros, buenos o malos, interiores o exteriores, cálidos o fríos, pero siempre están considerados en su relación con la totalidad. El Tao es una de los conceptos más difíciles de comprender pro los occidentales, porque los opuestos nunca lo son de manera absoluta; es admitir que lo que hay, siempre tiene la posibilidad de ser “todo” y “nada”, y eso, es muy semejante a la experiencia humana. El “antes” y el “después”, tienen como punto medio el “ahora”, el sujeto que percibe el desplazamiento es el eje de ese péndulo. Nos sabemos la humanidad manifestada en múltiples cristales, pero nos sentimos lejos de la experiencia humana colectiva, porque vivimos como individuos, y somos simplemente otro fragmento de cristal. Como un espejo fracturado, reflejamos cada uno nuestra propia porción de luz, pero permanecemos unidos en el mismo marco. (Bonet, 2021)

En uno de los cuentos, “La tierra de los olvidados”, en medio de una conversación entre el taxista y la muchacha, esta se expresa de este modo apesadumbrado:

 

“¿Dónde se queda? Casi a su oído susurra, “donde usted quiera, todos los lugares me son ajenos””. (Salih, p.35, 2021)

 

Hay un contraste curioso entre los personajes de este libro, todos diferentes: una investigadora culta y estudiosa, una muchacha vengativa, otra muchacha perdida en la memoria familiar, hombres que mienten sobre su sexualidad, guerrilleros con cargas de decepción y despecho, mujeres enclaustradas, mendigos que exhiben tesoros hallados en el olvido, esposas maltratadas, actores de teatro en desenfreno, y más, pero todos tienen en común esa necesidad de asir su identidad a través de caminos extraños, de acciones alejadas de sí mismos, encontrándose en las pupilas del otro. Los que Paul Sartre calificó una vez diciendo “El infierno son los demás”, porque desde su perspectiva (tal vez muy masculina) eran incomprensibles.

Volviendo al principio, hay cosas que no podemos conocerlas, sino solo sentirlas, y es la mejor y única forma de acercarnos a esas facetas. La única manera de experimentar la totalidad de la experiencia humana, o la nuestra, pasa a través de la puerta de abrir los sentidos. En Dicotomía del discursoWafi Salih nos invita a una frase que bien podría ser el lema de la colección, y de la vida de sus personajes:

 

“No se discute lo existente con otra cosa que no sea la existencia.”(Salih, p.70, 2021)

 

La literatura misma es testimonio de ello, porque en nada necesitaríamos la experiencia de las historias de un personaje, o los sentimientos impresos de la poesía, si la experiencia y sentimientos propios nos fuesen suficientes. La ficción literaria, en vez de ser un medio para evadir la vida, se convierte de repente en una forma de acercarnos a la vida autentica y experimentarla con mayor plenitud, entendimiento y coraje. Todo vibra en su periodo correcto de mutación, siendo a una vez Yin, y otra Yang según el devenir. Se vive viviendo, y si la palabra que lo expresa se torna débil e inconsistente, siempre se puede nadar en el océano de bordes difusos del absoluto al que pertenecemos.

Así se  vive en cuerpo y alma la experiencia de la literatura.

 

Referencias

        Bonet, D. (2021, febrero 19). Seguimos aprendiendo del taoísmo siglos después. Cuerpomente. https://www.cuerpomente.com/nos-inspiran/ensenanzas-tao-lao-tse-taotismo_7710

        Chan, Wing-Tsit. A Source Book in Chinese Philosophy. Princeton University Press. New Jersey, 1969

        García García, E. (2003). Neuropsicología y género. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 86, 7–18. https://doi.org/10.4321/s0211-57352003000200002

        Gheerbrant, A. y Chevalier, J. (2017). Diccionario de los Símbolos. Bogotá, Colombia: Editorial Solar

        Kybalion, E. L. (s/f). Edu.ec. Recuperado el 30 de septiembre de 2022, de http://www.jfk.edu.ec/jfk/images/librospdf/Tres_Iniciados_-_El_Kybalion.pdf

        Salih, Wafi. Discípula de Jung. Ediciones Negro Sobre Blanco. ISBN: 978-980-424-031-7

        Sancho, T. M., & Completo, V. mi P. (s/f). Voz que habla de otras voces que hablan. Blogspot.com. Recuperado el 30 de septiembre de 2022, de http://cultura-barrio.blogspot.com/2016/11/sobre-discipula-de-jung-de-wafi-salih.html

        Sartre, Jean-Paul. A puerta Cerrada. Wordpress.com. Recuperado el 30 de septiembre de 2022, de https://sociologiaycultura.files.wordpress.com/2014/02/a-puerta-cerrada.pdf

        Villar, Violeta, (10 de abril de 2022). Wafi Salih: La maestra del verso breve en Venezuela. Por Violeta Villar Liste. https://tallerigitur.com/ Recuperado el 03 de junio de 2022 de https://tallerigitur.com/entrevista/wafi-salih-la-maestra-del-verso-breve-en-venezuela-por-violeta-villar-liste/10271/

        VV.AA. (2004). Tres iniciados. El Kybalión. Estudio sobre la filosofía hermética del antiguo Egipto y Grecia. Editorial Kier. Argentina: Prof. Delia Arrizabalaga, correctora de pruebas. ISBN 950-17-0731-8.

Comentarios

  1. No conocía a Wafi Salih (soy de Colombia), pero puedo notar, por la cantidad de detalles en el relato, que tuviste que investigar mucho sobre la obra de esta autora. Ciertamente, tu ensayo puede permitirnos conocer mejor la obra de esta autora y saber un poquito sobre un género literario que confieso, no es que domine mucho.

    Por otro lado, me gustó esta frase que escribiste al final: "La ficción literaria, en vez de ser un medio para evadir la vida, se convierte de repente en una forma de acercarnos a la vida autentica y experimentarla con mayor plenitud, entendimiento y coraje". Hace tiempo tuve una conversación con una persona que no entiende la literatura de ficción y me supo mal no poderle hacer entender que la ficción no era una expresión del escapismo, sino eso que escribes, una expresión de la realidad, vista con ojos diferentes.

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    1. Tener la fortuna de conocer a la autora me ha brindado una perspectiva mayor de su trabajo a través de sus conversaciones. Ciertamente hay mayor profundidad en su trabajo de la que inicialmente aparenta, porque al ser un autor que viene de la poesía, el acercamiento a las ideas es ambiguo y difuso, pero está ahí, todo es un paisaje con fronteras muy tenues en sus elementos. Es mismo estilo está presente en sus ensayos (de los cuales, el más especial en mi opinión es el libro de "Imágenes de la Ausente").
      Próximamente estará puesto a punto una nueva pagina web sobre su trabajo de manera especial. Lo anunciaré por este mismo medio en cuanto tenga oportunidad.
      Sobre lo que dices, del acercamiento a la vida a través de la literatura, pues, es así. La literatura es una herramienta para expresarse, por lo cual es acción, aunque en su concepción se trate de una acción muy meditada y transmutada en matices que moldean lo que podría ser la reacción natural. La fantasía no deja tampoco de ser una forma de acercarnos a la vida, porque aunque un hada o un dragón sean seres de ficción, en el fondo en realidad se trata de aspectos humanos, arquetipos humanos. Un dragón por ejemplo no es sino la expresión de un "hombre con poder" (por eso acumula tesoros, y roba doncellas, aunque cuando se reflexiona en ello, de nada le sirve esas cosas). Igual que un hada (al menos ne su concepción moderna), es un arquetipo de la mujer que anhela el carácter juvenil inocencia en los deseos y caprichos de la adulta (por eso secuestran hombres y se muestran muy poco responsables y despreocupadas).
      La fantasía en realidad no es "fantástica", cuando lo analizas, está muy anclada en la vida real y el entorno.
      La ciencia ficción por ejemplo, explora (al menos en la buena CF) problemas de la sociedad donde se gesta. EN su momento fue la posibilidad de una guerra atómica, luego los viajes espaciales, luego la clonación, luego la destrucción del ambiente, según pasan los años va especulando sobre las preocupaciones de su entorno presente Y no es sorpresa que actualmente se trate de "sociedades totalitarias", "inteligencia artificial", y "colonización espacial", porque eso es lo que está en los noticieros, y es la forma de los escritores de "pensar" y "responder" ante esos temas.
      Un saludo. Gracias por tu comentario. Esperamos verte de nuevo por aqui.

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