Voluntario




Dijo: ¿un voluntario?

Dije: yo.


Solo quise estar vivo para amarte.


Dijo: saca el agua.

No te guardes. No te guardes. No te guardes.

No te guardes, ni te repitas en el viaje.

Del rio no regreses hasta que no seas el mar,

hasta que no seas pájaro, ni rocío en el sendero,

y te hayas vuelto un trago en un vaso de cristal,

y seas ardiente beso, y fría ampolla por el fuego.

Hasta que no seas hombre, mujer,

y hayas sido rata, gusano, vaca, perro,

no vuelvas hasta que decidas llover

para ser coliflor y auyama en un cerro.

Intenta estar presente hasta en la escoria,

y en el aliento de una voz en canto,

en el blanco y el rojo de las magnolias,

y en el verde florido de un palo santo.


Dijo: saca el agua.

No te guardes. No te guardes. No te guardes.

No te guardes, ni te repitas en el viaje.

Hasta que no seas abeja, obrera, reina, y miel,

hasta que no seas inundación de espanto,

y seas espalda, y tinta del tatuaje en la piel,

y te dejes secar en el fondo de un cántaro,

no regreses hasta que no te congelen, y te hiervan,

y te beban del arroyo, y te bauticen: humedad,

y hasta que alguien te derroche y te pierda,

y seas la orquídea morada de soledad.


No te guardes—dijo—yo contigo estaré.

Sacaré el agua—dije—y voluntariamente la amaré

sin guardarme nada. Esa será la historia, y volveré…



Carlos García Torín

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