Quiero ofrecerte esta noche
Quiero ofrecerte esta noche, mi hechicera.
Esta noche que no es clara, ni emotiva;
no posee estrellas que titilan
ni una luna blanca de poesía.
Más que cálida, es caliente
esta noche con velo de neblina;
noche de bronce en las venas,
noche de pena y ambrosía.
Mi hechicera, esta noche tuya, es mía.
No me acompaña nada más.
Ni una copa, ni un libro, ni una voz,
Solo un azote vestigial del verano
que me lleva a tu alma y a tu mano,
y a la magia de fuego que destilas.
Quizás es más que eso, vida mía,
pero no lo reconozco todavía.
Cuando entré en la sombras
arrojado bruscamente por la tarde,
tú no aparecías…
Las estrellas se encerraron con recelo,
la luna se perdió de su estadía,
y tú no aparecías…
¡Qué noche tan maligna y tan vacía!
Porque tú no aparecías…
Recogí esta noche para ti.
Su calor, desorden, melancolía,
son sobre de mi carta del día.
Tanto hay en esta noche de mí,
amor, que tal vez se hila
la oscuridad con hebras mías.
¿Cuántas horas son la noche, mi hechicera?
Tanta noche como río de mis días…
Tú dejabas estas sombras, y yo me sumergía,
a seis pasos de tu luz yo te seguía…
Carlos García Torín
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