El sello de cera

En la ciudad de Terence, más específicamente en los jardines de la Academia donde los magos acuden a veces a meditar, sucedió una vez cerca de la fuente tranquila, que un mago joven, llamado Iwa, tuvo un destello de compresión arcana sobre un viejísimo y secreto ritual. Nadie se dio cuenta del evento hasta minutos después, cuando lo vieron caminar ansioso e inquieto a través de la orilla del lago. Aun así, pocos hubieran sospechado que la razón de que él se sostuviera las sienes, nervioso, era por haber dado causalmente con un gran descubrimiento. En el claustro, que oportunamente siempre tenía la cara sur orientada a los jardines, los magos que cotidianamente saboreaban el té con durazno en el disfrute de la tarde, notaron que Iwa estallaba en una mal disimulada alegría, para luego dar una carrera solitaria a través del pasillo hacia la biblioteca. Al rato regresó, cargado con elegante papel nuevo, tintas especiales, velas plateadas, y otra variedad de enseres menores. Se sentó cerc...